Dos hombres. Una decisión. El futuro de un país en juego.
Acerca de la obra
Una noche lluviosa de febrero de 1977. Afueras de la gran ciudad. En la penumbra de un chalet aislado, se produce una reunión clandestina entre dos figuras clave en la historia reciente de España: el presidente del gobierno y un líder político exiliado, opositor firme del régimen. Un diálogo secreto, llevado a cabo sin el conocimiento de sus propios círculos, pero que marcaría un antes y un después en la historia política del país.
La propuesta escénica
El Encuentro no busca reconstruir de forma literal aquella conversación histórica entre Adolfo Suárez y Santiago Carrillo, sino inspirarse en ese momento crucial para lanzar una reflexión más amplia sobre la necesidad —ayer y hoy— del diálogo y el entendimiento entre fuerzas enfrentadas.
Aquel 27 de febrero de 1977, Suárez y Carrillo, representantes de ideologías antagónicas, se sentaron frente a frente para negociar lo impensable: la legalización del Partido Comunista y los pilares sobre los que se construiría el gran pacto de la Transición. En un país aún tambaleante tras la muerte del dictador, dos enemigos políticos decidieron dejar de lado sus intereses personales y de partido, en favor de un objetivo mayor: la convivencia democrática.
Desde Avanti Teatro, esta obra se concibe como un espejo contemporáneo: un intento de recordar que, cuando la crispación amenaza con dividir, el diálogo no es solo una herramienta política, sino una responsabilidad ética y colectiva. Aquella noche se estrecharon la mano la derecha más reformista y la izquierda más pragmática. Fue el pacto entre dos visiones, entre dos Españas, que decidieron transitar juntas hacia la democracia.
El escenario
La lluvia golpea con fuerza las ventanas. Dos hombres, dos trayectorias opuestas, dos visiones del país, se enfrentan en una sala. Hablan. Se desafían. Se enfrentan. Y, sin embargo, buscan un punto en común. Saben que lo que está en juego es más grande que ellos mismos: el porvenir de millones de ciudadanos. No hay garantías de éxito. Las amenazas son muchas. Las dudas también. Pero la convicción de que el país no puede permitirse otro fracaso los obliga a intentarlo.
El mensaje
En una época en la que la democracia está consolidada, sorprende —y preocupa— que el diálogo vuelva a ser una rareza. El Encuentro no es solo una mirada al pasado; es una llamada al presente. A reconocer que comprender la historia no solo sirve para evitar errores, sino también para imitar sus aciertos. Porque la voluntad de pactar, de tender puentes, de mirar al otro como un interlocutor válido, debería ser hoy más vigente que nunca.