«La Nona» de Roberto «Tito» Cossa

En la constelación del teatro argentino, pocas obras han alcanzado la longevidad, la contundencia simbólica y la ácida vigencia de La Nona, escrita por Roberto “Tito” Cossa en 1977. Esta brillante creación del ya fallecido dramaturgo, no se limita a escenificar una historia: interpela, parodia, desgarra. Es un espejo deformado —aunque revelador— de una Argentina que parece devorarse a sí misma. Como la anciana protagonista que engulle sin pausa ni sentido, el país también ha conocido épocas donde la voracidad superaba la capacidad de sostenerse. En La Nona, lo grotesco no es una exageración: es el código genético de una sociedad en crisis. Esta pieza, escrita en pleno auge del grotesco criollo, forma parte del linaje más lúcido de nuestra dramaturgia. Cossa, heredero espiritual de Armando Discépolo —padre del grotesco argentino—, reformula el género con una precisión quirúrgica, pero lo amplifica, lo satiriza hasta la distorsión y lo lanza al vacío del absurdo sin perder anclaje social. La Nona no es solo una obra teatral: es una advertencia feroz envuelta en carcajadas que se ahogan. Una vieja que lo devora todo La historia es simple y brutal. Una familia de inmigrantes italianos, ya venida a menos, lucha por sobrevivir económicamente mientras carga con el peso de “la Nona”, la abuela. Una figura aparentemente inocua, senil y desvalida, pero que come sin cesar, consume todo a su paso —literalmente— hasta llevar a la ruina al núcleo familiar. La familia, desesperada, intenta desembarazarse de ella de las maneras más absurdas y despiadadas: …

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La historia del teatro en Argentina: escenarios de identidad y pasión

El teatro en Argentina no solo ha sido un arte: ha sido un espejo, una trinchera, un laboratorio y, sobre todo, una forma de entendernos como sociedad. Desde sus primeras manifestaciones en tiempos coloniales hasta la vibrante cartelera contemporánea que llena salas en todo el país, el teatro argentino ha forjado un camino propio, con identidad, rebeldía y creatividad. Este artículo repasa su historia, sus grandes salas, dramaturgos fundamentales, directores icónicos y actores que han llevado el arte escénico argentino al mundo. Primeros actos: el teatro en tiempos coloniales y del siglo XIX El teatro en el territorio argentino comenzó como una expresión profundamente vinculada a lo religioso y lo pedagógico, de la mano de las órdenes religiosas durante la época colonial. En 1783 se inauguró el Teatro de la Ranchería, considerado la primera sala estable de Buenos Aires. Allí se representaban obras tanto religiosas como profanas, incluyendo los primeros textos dramáticos criollos, como Siripo de Manuel José de Lavardén. Durante el siglo XIX, con la independencia y la consolidación del Estado nacional, el teatro empezó a adoptar formas más propias. Se multiplicaron las compañías, muchas de ellas de origen europeo, que trajeron textos clásicos y contemporáneos. A fines del siglo, surgieron las primeras obras que hablaban con voz local, en lunfardo, con referencias políticas y sociales, y que sentaron las bases del sainete criollo, género popular que retrataba la vida en los conventillos porteños. El siglo XX: consolidación, innovación y resistencia El siglo XX fue sin dudas el gran …

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